La propuesta de verano 2013 de Mad is Mad cuenta con dos ejes básicos: Por un lado, la fotografía y vídeo como soportes principales; por otro lado, la disección de la realidad más cercana a nosotros mismos, a través de una visión distinta y descontextualizadora de Madrid y de bellas e inquietantes metáforas sobre la inestabilidad que acecha nuestro día a día, la tensión que produce la sensación de que todo puede derrumbarse en cualquier momento. Lo expresan el fotógrafo argentino Fernando Maselli con sus exitosas series ‘Madriz’ y el artista madrileño Gabriel Castaño a través de vídeos y esculturas construidos en torno al difícil equilibrio de los elementos más básicos y cotidianos, el pan, la leche, el vino, un cuchillo, un tenedor. Todo puede ser distinto y todo puede derrumbarse en un instante.
Completan la exposición las 50 mejores fotografías seleccionadas entre las más de 400 recibidas para el I Concurso de Fotografía El Asombrario & Co / Mad is Mad, bajo el lema ‘Asómbrate / Asómbranos’.
Fernando Maselli
El fotógrafo argentino afincado en España Fernando Maselli (Buenos Aires, 1978) nos presenta en el verano de 2013 una amplia selección de sus exitosas series ‘Madriz’. Con estas imágenes, propone ofrecer una visión diferente de la vida urbana, una panorámica amplia de Madrid a través de distintas perspectivas y ópticas, mostrando un aspecto de la ciudad que, bien por desconocido o por el tratamiento gráfico al que se le somete, proporcione una mirada nueva. En este sentido, estas series fotográficas pueden contemplarse tanto de manera independiente como formando parte de un trabajo de largo recorrido, un work in progress que avanza en ediciones periódicas para construir un relato en el tiempo, sin las ataduras de la actualidad, del Madrid de hoy. Estas series fotográficas fueron realizadas originalmente para las portadas e interiores de la revista Madriz, desde 2007 hasta 2012, y posteriormente fueron ampliadas , retocadas o modificadas especialmente para su exhibición.
De manera genérica, podemos afirmar que estas series pretenden desarrollar la doble función social de la fotografía: por un lado, sirven como documento de la realidad, y actúan al mismo tiempo como artefacto estético capaz de provocar una experiencia sensorial. Y todo ello desde una aproximación meramente testimonial, sin aportar juicios de valor, exclusivamente como un instrumento que contribuye a la interpretación de un acontecimiento externo.
El propio autor explica el concepto de cada una de las Series ‘Madriz’:
Andamios. La realización de esta serie coincidió aproximadamente en el tiempo con el punto de inflexión del mercado inmobiliario y la industria de la construcción en España, durante años la principal fuerza dinamizadora de la economía y señalada hoy como la principal culpable de la severidad de la crisis. Todo ello le aporta si cabe mayor significado a estas fotografías de edificios madrileños en remodelación. De nuevo, la serie expresa el concepto de paso del tiempo, en este caso el que se produce sobre las fachadas de los edificios, en cierta manera la cara más visible de una ciudad. Para conseguir captar el acentuado cromatismo de las lonas, la serie exigió una cuidadoso tratamiento de la luz natural capaz de extraer toda la textura y la belleza de un material en principio rudo y meramente funcional. Esta serie ganó el segundo premio a la mejor serie fotográfica de 2008 en el festival SPD (The Society of Publication Designers) celebrado en Nueva York y con una mención a la mejor fotografía en el festival ÑH6, Lo Mejor del Diseño Periodístico España & Portugal» celebrado en Lisboa en noviembre de 2009.
Plaza Mayor. La Plaza Mayor es uno de los enclaves más emblemáticos de Madrid, magnífico representante de las plazas clásicas españolas. Esta serie pretende retratar este centro neurálgico de la vida madrileña como un lugar al mismo tiempo de paso y de encuentro, sinécdoque de todo lo que es Madrid, punto donde confluyen turistas, paseantes ociosos y ciudadanos ajetreados, estudiantes, obreros y hasta artistas, cada uno de ellos con su propia trayectoria, su propia historia con la ciudad. Para ello se escogió un punto de vista fijo para todas las fotografías que revela en contraste entre el cambio –los peatones– y la permanencia –la plaza en sí–. Las fotografías muestran únicamente el adoquinado geométrico característico, obviando la mirada turística a las monumentales fachadas barrocas de la plaza: lo que interesa transmitir es la relación de la topografía madrileña con las personas, su condición de sostén de la vida de la ciudad.
Vistas Aéreas. La fotografía aérea se asocia tradicionalmente a usos militares o científicos, y suelen despreciarse sus posibilidades estéticas. En esta serie, mi intención es utilizar esta técnica fotográfica para mostrar grandes extensiones de tierra y poder ver en toda su magnitud el cambio que está realizando el ser humano en su entorno y cómo el continuo desarrollo y progreso lo fuerzan a buscar constantemente nuevos recursos a su alrededor y a tratar de modificar la naturaleza para adaptarla a sus necesidades. Desde ciertos puntos de vista, estas imágenes pueden ser un documento del deterioro de la naturaleza, pero, además, me interesa mostrar esa faceta del ser humano que lo transforma en un modelador del paisaje. Ante una panorámica tan amplia y cenital, se pierde la perspectiva y la concepción tradicional de la fotografía, que está compuesta básicamente por sujeto y fondo. Tenemos una vasta superficie de formas y texturas, todos los elementos que la componen se confunden, compiten entre sí y nos ofrecen formas propias de un óleo abstracto. Únicamente la observación atenta permite distinguir las carreteras, las construcciones y las intervenciones urbanísticas que vemos diariamente de cerca. Así, podemos observar cómo producen una herida en la epidermis del paisaje, si bien no lo someten, sino que apenas dibujan y subrayan sus contornos, testigos de la simbiosis entre civilización y naturaleza. En cuanto a los aspectos técnicos de la producción, explicar que las fotografías aéreas son el resultado de dos meses de trabajo y una planificación muy rigurosa. Los permisos para sobrevolar Madrid permiten alcanzar únicamente una altitud de 5.000 pies, de manera que para lograr la perspectiva deseada, cada imagen debió componerse a partir de entre 50 y 70 fotografías ensambladas durante muchas horas de retoque fotográfico.
Naturalezas Muertas. Esta serie pretende dar una vuelta de tuerca al bodegón clásico español, adaptándolo a la vida cotidiana actual. El estilo español del bodegón, mucho más espartano y menos preciosista que el de sus compañeros europeos –especialmente italianos como Caravaggio u holandeses, entre los que podríamos destacar a Abraham van Breyeren–, fue considerado por los tratadistas de la época como un género secundario, aunque posteriormente se ha reconocido el trabajo de grandes maestros del género como Zurbarán o Juan Sánchez Cotán con exposiciones, entre otros centros, en lugares tan importantes como el Museo Nacional del Prado. Al cambiar el jarrón de cristal o la vasija de barro por una bolsa de plástico o un papel de plata arrugado, se consigue una versión actualizada, más práctica y todavía más ruda del bodegón al estilo español. Los elementos gastronómicos que predominan en la serie, principalmente vegetales y piezas de pescado, marisco y carne, son los ingredientes necesarios para cocinar platos clásicos del recetarios español, como gambas al ajillo, un cocido madrileño, careta de cerdo, melón con jamón o lubina a la sal.
Polígonos Industriales. Cuando pensamos en una ciudad, raramente tenemos en consideración sus áreas industriales. Si, como suele decirse de forma poética, las ciudades son organismos vivos, también deben disponer de sus órganos internos, espacios dedicados a proveer de todo tipo de suministros a la ciudad imaginada. Los polígonos industriales son una de esas realidades madrileñas usualmente ignoradas, tanto por el arte como por el periodismo. La voluntad de esta serie es mostrar este otro paisaje que, a pesar de encontrarse por norma general en el extrarradio, es indisociable de la vida de una ciudad. El desafío de esta serie consistía en retratar el paisaje industrial despojándolo del componente humano, el elemento que le da sentido, y hacerlo a través de un tono homogéneo pese a la variedad de localizaciones. La arquitectura de los polígonos es en todos los casos puramente funcional, carente de ningún atributo estético superfluo. Al eliminar a las personas, al captar los edificios, naves, fábricas y almacenes sin el trabajo que en ella se lleva a cabo y la dota de sentido, estos se muestran como objetos de una extraña y desolada belleza. Forman también parte de Madrid, sólo que nunca antes los habíamos visto y, en caso de haberlo hecho, nunca lo hicimos de esta manera.
Monumentos. Esta serie juega con la descontextualización de los elementos típicos de la ciudad y la sensación que esto provoca. La abstracción que genera sacar una pieza tan aparentemente inmóvil como una escultura de 10 metros o un banco de piedra de su lugar original. Crear ciudades y lugares imaginarios siempre ha sido uno de los objetivos recurrentes del arte, y esta serie entra de lleno en esta escuela, muy utilizada a lo largo de diferentes momentos de la historia de la pintura como el cubismo o el retrofuturismo. Se superponen elementos arquitectónicos clásicos, como las estatuas ecuestres, tan abundantes en las calles madrileñas y de estética muy recargada, con otros más modernos y de diseño mucho más básico, como bancos de piedra de diseño cúbico. Esta serie es la única en blanco y negro, aunque con una amplia y delicada escala de grises que enfatiza la sensación documental y aporta una interesante sensación de atemporalidad y, sobre todo, de irrealidad, creando una atmósfera particular e incluso inquietante.
15-M. El Movimiento 15-M, también llamado de los indignados, es un movimiento ciudadano formado a raíz de las protestas pacíficas ocurridas el 15 de mayo de 2011 en la Puerta del Sol con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo y del dominio de bancos y grandes empresas, así como una «auténtica división de poderes» y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático. Una de las imágenes más visibles de estos acontecimientos fue la que se dio a conocer como Acampada Sol. La composición que aquí se presenta es el resultado del montaje de varias fotografías tomadas desde diferentes ángulos, en distintos momentos de día y a lo largo de varios días, para poder crear esta gran panorámica de texturas azules y destacar este aspecto visual tan característico e insólito del movimiento, las lonas que se montaron en la plaza de Sol durante los meses que duró la acampada. Es especialmente interesante el contraste que nos presenta este movimiento, que teniendo un mensaje tan profundo como el replanteamiento de la democracia actual se manifestó de una forma muy precaria y clandestina, dejando clara la poca acogida que ha recibido entre nuestras clases políticas. Al ver los excesos de la política y de la banca de las últimas décadas y comparándolos con la estampa que ha dejado el 15-M es inevitable hacerse la pregunta que el movimiento plantea: ¿es esta nuestra democracia?
Gabriel Castaño
El artista madrileño Gabriel Castaño hace de lo inestable su forma de expresión. Realiza equilibrios con elementos básicos -el pan, la leche, el agua…-, que se transforman en bellísimas metáforas de la vida, la política y el ser humano. Sus vídeo-creaciones son adictivas y generan una tensión dramática de la que es difícil desprender la vista.El público entra en la habitación y se encuentra una mesa enorme sobre la que hay 50 vasos; sobre los vasos, como clavados, 50 tenedores y sobre ellos 50 cucharas colocadas en perfecto equilibrio. Bajo la mesa, unos grandes altavoces emiten una música creada para la ocasión. Los espectadores rodean la mesa y no tienen claro si las cucharas aguantan o si están soldadas a los tenedores. No comprenden qué pasará, pero muchos intuyen que inminentemente algo ocurrirá. A los 50 segundos, la música comienza a hacerse más y más grave y a aumentar de volumen. Tanto que la mesa comienza a vibrar y los equilibrios a caer, a romperse uno tras otro. Cuando han caído los 50, es inevitable tener una sensación de desasosiego: lo estable es siempre efímero. El equilibrio de las cosas es frágil. Siempre hay que estar preparados.
Así es la obra que el artista madrileño Gabriel Castaño presentó en el Jardín Botánico dentro de una exposición colectiva de artistas de la Comunidad de Madrid. Pero lo de Castaño, licenciado en Bellas Artes en Génova (Italia), con los equilibrios viene de antiguo: “Comenzó como un juego. Recuerdo cómo fue el principio, cómo empecé a manipular el mundo de los cubiertos, los vasos y las tazas. Fue por un juego, por algo tonto. Tengo muy claro el comienzo. Ocurrió en la cafetería de la Facultad un día que no fui a clase y me quedé más tiempo de la cuenta tomando café. Allí estaban los restos de tazas y cubiertos de los desayunos y ahí empecé a hacer equilibrios. A ver el equilibrio como una escultura inestable”, asegura el artista. “Fue una idea limpia entre comillas, sin ninguna inspiración previa de otro artista. Realmente no comenzó como un propósito artístico sino como algo que me divertía, como un juego tonto. Pero se ha ido colando en mi obra. También en la pictórica, en la que manejo planos que asemejan estructuras mecánicas que no se parecen a nada real, peo que siempre están pendientes de un hilo. Se anudan, pero ese nudo se puede desatar en cualquier momento”.
A sus 35 años, Gabriel Castaño ha tenido suficiente experiencia como para acumular una extensa variedad de sensaciones expresadas por el público sobre lo que transmite su obra. Casi todos coinciden en los términos “inquietante”, “expectativa”, “angustia”, “tensión”… Y es curioso cómo con elementos tan primitivos como el vino, la leche, el pan, vasos y cubiertos, consigue una metáfora perfecta de la vida. De la vida y de situaciones como las que atraviesa en este momento España. ¿Cómo es posible que con todos los escándalos de corrupción mezclados con recortes no haya habido aún un estallido social? ¿Cómo es posible que todavía se mantenga el equilibrio entre el nivel de la estafa, los estafadores y los estafados que son, a todas luces, los ciudadanos? ¿Cuánto tiempo más podrá durar esta guerra de ricos contra pobres?… Todas estas preguntas y sus respuestas están escondidas en el universo de los equilibrios de Castaño. “Hace 15 años que comencé con esto y es cierto que si lo miras bien, ahora, puede observarse en clave de esta inestabilidad que estamos viviendo. Es curioso, muchas veces, la gente que ve mis exposiciones lo dice: es una inestabilidad que atrae, que engancha, no se sabe muy bien por qué. No se sabe muy bien si el equilibrio va a caer o no, en qué punto caerá, cuándo… Se genera una expectativa y casi un relato dramático. Es algo bello de ver y a pesar de que se caiga, sigue siendo bello. Es inquietante. Hay vídeos en los que el equilibrio no cae y lo que la gente experimenta es casi la necesidad física de golpear la imagen para que finalmente se derrumbe”.
Para sobrevivir en este proceloso mundo del arte, Castaño ejerce como profesor de dibujo y pintura en dos centros de mayores de la Comunidad de Madrid. Ahora, parte de su obra puede verse en la galería Mad is Mad de Madrid: nueve vídeos y dos esculturas. Vídeos que traspasan la frontera entre la fotografía, la pintura y el movimiento. “Estas obras siempre las llevo al ámbito de la pintura. Cuando ves el vídeo y la imagen parece estar fija, nos recuerda al mundo de la pintura. Cuido mucho la iluminación, está muy pensada para que en ese momento el vídeo recuerde a una pintura. Cuando el equilibrio empieza a bailar es cuando se rompe esa barrera entre la pintura y el vídeo. Es una forma de unir dos géneros artísticos en una sola pieza”, explica Castaño.
-Es una obra bellísima, pero muy complicada para llevarse a casa, ¿no?
– Cierto, es complicada de vender, pero yo acepto el reto: si alguien quiere llevarse el equilibrio a casa yo se lo instalo y se lo protejo con una vitrina, pero la conservación ya depende de la persona que lo compra. Eso es parte del valor de la idea.
Otra opción es llevarse el vídeo y colocarlo en un marco electrónico como si fuera una pintura. Poderse, se puede. Solo nos resta una pregunta.
-¿Qué tal andas de pulso?
– El pulso es lo mejor que tengo. El pulso nunca me falla.
Texto publicado por Manuel Cuéllar en la revista cultural ‘El Asombrario’, Picha aquí para leer más.