La obra que expone Giovanna Ranaldi en este nuevo arranque de curso en Mad is Mad fue realizada para dos álbum ilustrados sin palabras. El primero, ‘El bosque, la niña y el lobo’, acaba de ser publicado en España por NubeOcho y será presentado en nuestra galería a lo largo de la exposición. El segundo, ‘Il più piccolo di sette’ (‘El más pequeño de los siete’), ha sido publicado en Italia por Kite Edizioni.
Ambos libros son una interpretación personal de Caperucita Roja y de Pulgarcito. Giovanna Ranaldi tiene un gran interés en los cuentos de hadas. “Junto a la mitología”, nos cuenta, “son los géneros literarios más antiguos, y el primero que encontramos en nuestras vidas. A menudo, en los cuentos, el bosque es el territorio donde todo puede ocurrir, donde nos comparamos con la complejidad de las relaciones humanas, donde nos perdemos y tenemos encuentros imprevisibles y también donde vamos creciendo”.
En esta obra Ranaldi cuenta lo que cree que sucedió en el bosque. Una interpretación introspectiva y reflexiva que habla de infancia, de fronteras, del mundo animal y del encierro, de las normas y también de la libertad.
La técnica es mixta: dibujo, pastel, collage, monotipia, témpera, acrílico y grafito.
La serie ‘Casas’, realizadas específicamente para esta muestra, en grafito, explora igualmente el tema de las normas, de la libertad y del encierro.
Los dibujos de Ignasi Blanch, aunque a menudo muestran a personas solas y en actitud introspectiva, son artefactos comunicadores: emisores, mensajes y receptores a la vez. Lo es el propio autor (aquellos que lo conocen personalmente lo pueden corroborar), siempre pendiente de todos, hablador social por naturaleza, que quiere saber qué haces y explicarte qué hace él, e intenta mediar en los conflictos. Da y recibe, incansablemente. Sus personajes vienen de la experiencia vivida: muchos nacen de su pasado familiar en Roquetes y de la gente del pueblo; otros de la impronta que han dejado en su imaginario la bulliciosa Berlín de finales de los ochenta o la obra de creadores tan distantes como Walt Disney o Pina Bausch. Sin embargo, todos ellos no son sólo forma: están aquí con la intención de propagar un mensaje (emisores o transmisores), son ellos mismos un símbolo (mensaje) y a menudo se presentan como consecuencia de un acto que el observador no presencia (receptores).
El artista observa, informa y recrea a partir de un entramado de relaciones que tienen que ver con la condición humana. El espectador realiza una lectura personal que se fundamenta en su propia experiencia. La correspondencia entre las figuras representadas y entre éstas y el imaginario del observador siempre se articula desde una visión que podemos llamar poética, entendiendo como tal la irrealidad, trascendencia, belleza, simbolismo y oscuridad.
(Fragmento del texto ‘ESTAMOS EN CONTACTO’ de Àngel Burgas sobre la obra de Ignasi Blanch).