«¡Cuánto deseo a veces escapar del aburrimiento sin sentido de la elocuencia humana, de todas esas frases sublimes, y refugiarme en la naturaleza, en su sonoridad en apariencia tan inarticulada, o en el mutismo de un trabajo largo y agotador, del sueño profundo, de la música auténtica o de una comprensión humana que no necesite palabras, sino sólo emoción!» (1)
Cuando Chris McCandless, el protagonista de Hacia rutas salvajes, decide rodear con su bolígrafo un círculo en torno a este pasaje de Doctor Zhivago, lo está conteniendo, delimitando, marcando un dentro y un fuera, describiéndolo y demarcando su transcendencia.
La línea sublimada, adoptada como recurso discursivo, ejerce como contenedor de significados y queda doblemente reafirmada al ser recortada. Exenta y nuevamente posicionada, con una voluntad de permanencia objetual, pone de manifiesto el trazo que siempre se vuelve a cerrar. Esta es la esencia del dibujo ampliado de El Dios de los Tres.
Como si Alciato le susurrara al oído las claves del mundo contemporáneo, el artista invoca desde su particular emblemática un universo de símbolos que nos transportan a lugares comunes, trasmutan la materialidad en animismo y nos ponen en contacto con lo básico, con lo esencial. El dios salvaje de Yates es un dios contemporáneo, inmediato y mítico a la vez, ancestral y farsante. Dioniso frente a Apolo.
Ese dios salvaje podría ser un dios Sabino, de herencia mediterránea o uno Náhuatl bañado en color, pero también un bello cristo barbado, herido, por cuyo anhelo corre la sangre de nuestros bautismos o todos a la vez en un proceso sincrético en el que las fuerzas de la naturaleza, caprichosas, dan voz elocuente a los santos bastardos.
Lo simbólico y lo literal se dan cita de manera barroca y subvierten la raíz igualadora, propia de la vanitas tradicional, para reclamar un memento mori más pagano donde la muerte es parte esencial de la vida y participa de su misma exaltación. La naturaleza nos conecta con el instinto que exige un aquí y ahora tan necesario y a veces tan prosaico como un tatuaje canalla.
Por Ricardo Recuero (Plataforma de Arte Contemporáneo, PAC, y Artic).