Somos muchos los que últimamente tenemos la sensación de que el diablo se está encarnando en la Tierra y ocupando demasiadas esferas de poder. Actitudes y decisiones monstruosas que se materializan para la historia en imágenes grotescas como las de Elon Musk y Trump en la Casa Blanca o Elon Musk y Javier Milei manejando una motosierra –icono de películas de terror– siembran hastío, horror, incertidumbre, ansiedad.
Y los astros parecen haberse aliado con nosotros, porque, sin haberlo previsto, la fecha de inauguración, el 1 de marzo, se celebra el Día del Ángel; los artistas llevan el nombre de un arcángel y un apóstol, y nuestra galería, en su anterior vida, antes de que abriéramos en 2005 (sí, en septiembre celebraremos los 20 años a lo grande), fue ‘un almacén de santos’ (almacén de figuras religiosas de una de las veteranas tiendas de la calle Mayor y alrededores dedicadas a la imaginería cristiana).
Que el arte, los ángeles y San Sebastián os bendigan.
“Volar es un anhelo inmemorial de la Humanidad. Siempre me han fascinado las figuras que vuelan y su representación en la literatura y el arte. Los ángeles y el personaje de Ícaro vienen a encarnar esta idea en mis últimas obras, que ahora traigo a Mad is Mad. Volar da sensación de poder y de libertad. Pero, como les sucedió al ángel caído y a Ícaro, la desobediencia a una autoridad puede tener consecuencias terribles. Cada cual puede extraer sus conclusiones.
La idea de trabajar sobre la figura de los ángeles surge a raíz de una reinterpretación del cuadro ‘Un Mundo’, de Ángeles Santos. Las ‘angelitas’ de esta obra se convierten en ángeles que se salen del cuadro, representados de manera independiente y autónoma, transformándose en ángeles urbanos, atrapados en los muros y enredados en tramas de líneas y grafitis entrecruzados, intentando escapar, liberarse… o renacer. Algunos lo conseguirán; otros tal vez queden atrapados.
De fondo, como inspiración, ‘El cielo sobre Berlín’, la película de Wim Wenders, que nos descubre esos ángeles en blanco y negro que habitan en la ciudad aún dividida. Invisibles y vigilantes, escuchan los pensamientos de la gente, anhelando sentirse vivos como los humanos, experimentar una vida en color con sus luces y sus sombras.
A fin de cuentas, todos estamos o nos sentimos atrapados por algo o alguien. El trabajo, la sociedad, la política, nuestro propio entorno a veces demasiado asfixiante y hostil… Atrapados en telas de araña de las que a veces resulta muy difícil salir. Algo inquietante parece que se cierne sobre nosotros…, pero siempre nos quedarán los Ángeles…”.
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid en 1993 en la especialidad de Pintura, Michael de Coca Leicher alterna desde el principio la docencia artística con la pintura. Entre 1996 y 2016 organiza actividades de difusión del patrimonio artístico en el Ayuntamiento de Madrid. En el año 2000 crea AZUL CIAN, empresa dedicada a la gestión cultural y la programación de actividades para la difusión del patrimonio artístico. Durante los cursos académicos 2015-2016 y 2016-2017 ejerce de profesor colaborador en la Facultad de Bellas Artes de la Complutense. Desde octubre de 2022 dirige el Taller de Arte Conceptual del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su obra ha sido seleccionada en varios concursos (destacan las ediciones 50, 53, 54 y 55 del Premio Reina Sofía de Pintura) y ha sido premiada en el 86 Salón de Otoño (Madrid, 2019). Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en la Comunidad de Madrid; entre ellas, en varias ocasiones en la galería Mad is Mad.
“Lo contrario de lo tangible es lo que no se puede tocar; lo contrario del realismo es la abstracción; lo contrario del ruido…, el silencio.
Vivimos en el ruido… y nos gusta… o no.
Ha pasado un ángel… o una nube. Se ha hecho el silencio y la luz. Quizá me quede un rato aquí, en este instante perfecto”.
“Mi madre falleció el verano de 2023 y todo se volvió oscuro alrededor. Ella se fue llevándose la luz que había en mi familia. A partir de ahí, como si un manto negro me hubiera cubierto, sufrí un bloqueo creativo que me impedía pintar de nuevo, aunque sabía que necesitaba volver a hacerlo para superarlo. Por eso, ante un momento tan pesado y duro, comencé a pintar nubes, buscando otra vez el color y la ligereza que caracterizaban a mi querida madre; buscando quizá también una cierta manera de seguir estando cerca de ella. Hoy esas 12 primeras nubes que pinté, y alguna obra más de ‘corte celestial’, me han traído a Mad is Mad por primera vez”.
Miguel Zamorano (Madrid, 1972) mostró desde muy pequeño habilidades para el dibujo. Empezó a asistir a clases de dibujo y pintura con 11 años en una academia de su barrio en Madrid, donde aprendió a dominar varias técnicas y se inició en el modelado. Tras estudiar en la Escuela de Arte La Palma, donde se especializó en escultura en piedra, y en la Escuela de Artes y Oficios Artediez, donde estudió Ilustración y Diseño, ambas en Madrid, ha cursado estudios de Diseño Gráfico.
Entre su experiencia laboral destaca la restauración de fachadas y esculturas de varios edificios emblemáticos de Madrid como el edificio de Correos, actual Ayuntamiento; trabajando como escultor en fundiciones de bronce en la realización y acabado de grandes esculturas. También ha trabajado como diseñador gráfico e ilustrador para varias publicaciones. Paralelamente, nunca ha dejado de pintar y ésta es ahora su principal actividad, junto con las clases de dibujo y pintura que imparte en varios centros culturales del Ayuntamiento de Madrid.
“Hoy día se aplica con demasiada facilidad el calificativo de ‘icono’ a cualquier persona que destaque por encima de la masa. Nada que ver con San Sebastián, figura religiosa que ha recibido diferentes interpretaciones a lo largo de los siglos, provocando la fascinación en artistas de diversas disciplinas: Oscar Wilde, Derek Jarman, Yukio Mishima y, por supuesto, los pintores, en especial a partir del siglo XIX, cuando comienza a ser representado casi desnudo.
También el colectivo gay lo ha adoptado como icono propio desde hace tiempo. Razones hay muchas: por su persecución como minoría (Sebastián fue un militar romano y cristiano en el siglo III, cuando esta religión aún estaba prohibida), por ser una de las pocas excusas que los artistas tuvieron durante siglos para representar a un hombre joven desnudo, por ser un santo protector contra las plagas (la peste en la Edad Media, el VIH a finales del siglo XX), por su deseo de penetración o incluso placer sadomasoquista (en la mirada de Sigmund Freud)…
Desde hace tiempo me gusta rastrear la iconografía del santo en revistas pornográficas desde la década de los 70 hasta los primeros años del siglo XXI. Un material tan desprestigiado como estas publicaciones trasciende con la intervención del pan de oro, los juegos de color, el recorte preciso y demás técnicas características de mis trabajos artísticos”.
Los collages firmados por Mateo Fetén (Córdoba, 1974) se han podido ver en portadas de las editoriales La Bella Varsovia, Visor o Alianza, en publicaciones como ‘ABC Cultural’ y ‘Matador’, y en exposiciones en Condeduque, Factoría de Arte y Desarrollo, CasaSur, RGF Studio, Ocean Drive Madrid y HOFF Galería.
Trabaja el collage de modo totalmente analógico, a la manera clásica, sin intervención de técnicas digitales y siempre con materiales originales: revistas de décadas pasadas (los 80, 70, 60 y más allá; rara vez publicaciones recientes), fotografías compradas en mercadillos, viejos libros, papeles de cualquier tipo. Firme defensor del menos es más, disfruta especialmente cuando surge un collage con dos recortes, o incluso sólo con uno. En el universo representado por Mateo Fetén encontramos temas recurrentes como la iconografía del cuerpo masculino a lo largo de las últimas décadas, la publicidad, la danza, el deporte o la botánica.