Sujeto encontrado que trabaja con objetos encontrados
“Mis maniobras de guerra son el resultado de la suma de estrategias de consumo asimiladas más tácticas de disidencia desarrolladas para sobrevivir. Jugando al juego de adaptarme y desadaptarme, me conformo con resistir con el disimulo de disimular: ocultar, encubrir algo que se siente y se padece. ¿Y cuál es el enemigo en este combate? Tristemente, yo misma, que soy el otro, que he aprendido a reptar, enfrentar, doblegar, despreciar, atacar, simular, defender, burlar, rechazar, abstener, inhibir, cohibir…”.
En 1972, Nicanor Parra publicó su poemario ‘Artefactos’ (arte factum, hecho con arte) que definió como “la explosión de un antipoema”. Ese mismo año, yo hice una ínfima explosión al nacer y utilizo mis artefactos como petardo-antídoto para mi somnolencia vital. A los 24 años migré por necesidad de ver qué había detrás de la cordillera, de Valparaíso a las fría Uropas y me acogió Madrid, que es como un pueblo grande que discute con lo moderno. Pero la vida porteña siempre quedará en mí como una forma de observar; ¡el desecho es el objeto de deseo! Me hizo ver el entorno como una escultura viviente, un merzbau, en constante mutación según los objetos encontrados que imanan nuestros sentidos.
El objeto y el juego son mis principales manías al momento de reflexionar a través del arte. Porque desde que dejé de jugar me he obsesionado con seguir jugando. El juego es un asunto serio, una postura que burla las convenciones sociales de la madurez. Lo más infantil es querer ser maduro.
Vemos al niño observar el objeto alejado de todo referente, disfrutando del objeto en sí, en una relación libre y abstracta. El caballito de madera supera al caballo real porque tiene potencialidades insospechadas. La caja que envuelve el juguete es más interesante que el propio juguete porque no tiene instrucciones de uso. Todas, cosas evidentes, pero que hablan de la carga mágica o espiritual de los objetos, que les hace trascender su mera materialidad.
Y es ahí donde me ubico como una artista perezosa que solo trabaja cuando los objetos le piden su intervención. Mi trabajo es de observación, recolección y ensamblaje. Trabajo a las órdenes de la basura (y mis traumas).
Fue alrededor del 2000 cuando comencé a gozar de mi relación con Diógenes, el filósofo del desprendimiento, no de la mal entendida acumulación, realizando “artefactos lúdicos” inspirados en los juguetes tradicionales y actualmente continúo reflexionando alrededor del ready made con artefactos poéticos que defino como “el ensamblaje de objetos encontrados diversos, sugerentes poéticamente”.
Por estos días aplico la siguiente fórmula exponencial:
tendremos basura para rato
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espero tardar en crecer
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en distintas direcciones
“El lago trasciende su condición de mera masa acuática en un mundo distante. Se erige como un portal hacia lo desconocido, celosamente custodiado por criaturas cuyo origen permanece envuelto en misterio. Estos seres etéreos poseen cuerpos translúcidos que oscilan entre la luz y la sombra, emanando una energía ancestral y enigmática. Su mera presencia impregna el aire con un aura inquietante, advirtiendo a los mortales que se abstengan de traspasar sus fronteras. Únicamente quedan sombríos relatos y premonitorias advertencias para aquellos audaces que se atrevan a cruzar el umbral”.
MARTINA DE MORALES. Nace de una sensación de agobio y hastío ante el sentido de la vida y un sentimiento de huida que lleva a sumergirse en una irrealidad. Es una manifestación que derrama nihilismo, falta de esperanza, deseo de poner fin a una existencia que se vive como negativa y abrumadora, envolviendo a sus personajes como en un estado de vuelta del sufrimiento. Con un lenguaje simbólico y usando la personificación de conceptos abstractos, irónicos y absurdos, se intenta disfrazar la búsqueda del existencialismo con una capa de cinismo y hasta incluso desfachatez.
LUCAS BATALLA PADILLA. Un artista digital que logra un equilibrio excepcional entre la belleza, lo macabro y lo sensual en sus creaciones. A través de su enfoque distintivo, logra captar la atención con una estética intrigante y te sumerge en un mundo lleno de contrastes. Su habilidad para explorar temas provocativos de manera artística es verdaderamente única y te invita a una experiencia enriquecedora y desafiante.
DANIEL SANTIAGO MANCHADO. Camina directo al seno, dispuesto a entregarse. El tiempo ha erosionado un sendero a través de su caverna y ahora se ha convertido en su guía. A contraviento, su cuerpo se siente ligero. Los estratos de su piel se desprenden a cada paso dejándole en suspensión. Allí, en lo más profundo, donde apenas llega la luz de la Luna, no está él. En el rincón más recóndito de su vientre experimenta una fuerza, un flujo de luz infinita, un contínuum que le penetra desde el interior y desde el exterior. Una vida que existe dentro y fuera de sí; antes y después de sí. Una realidad divergente que habita entre lo físico y lo virtual. Una morfología interespecie que transforma su corporeidad en algo fluido. Un todo que reinventa una nueva manera de decir yo.