'Ninoninoni', el niño que no sabía dibujar lobos
– “Mamá, ya no quiero dibujar más.
– ¿Por qué, mi vida?
– No sé, hay que pensar mucho y todo me sale raro.
– Venga, a ver, ¿qué te sale raro?
– Todo. Los ríos. Y las águilas. Y los osos y las montañas. Y los lobos.
– Pero, ¿por qué? Si te conté despacio cómo eran.
– No sé. Es que no me los imagino. Las montañas, ¿de qué color son?
– Verdes si están cubiertas de robles y castaños. Azules si están lejanas. Amarillentas si es otoño. Rojas como el fuego si está atardeciendo.
– Y los ríos, ¿cómo son?, ¿rectos o torcidos? ¿Cómo los pinto, a rayas o con círculos?
– Rectos si bajan por montañas muy altas. Torcidos si se deslizan por llanuras. Que los pintes con rayas o con círculos da igual, eso es el agua.
– Y las águilas, ¿cómo son?
– Libres y orgullosas.
– ¿Y los osos?
– Fuertes.
– ¿Y los lobos?
– Huraños y listos.
– ¿Y los linces?
– Esquivos.
– ¿Y las avutardas?
– Ensimismadas.
– Mamá, ¿qué son ensimismadas?
– Que se pierden pensando en sus cosas.
– ¿Y qué son esquivos?
– Que no se dejan ver.
– ¿Y huraños?
– Que no les gusta la compañía.
– Yo también soy huraño, esquivo y ensimismado, como el lobo y el lince y la avutarda… Pero me cuesta tanto imaginarlos…”.