Próxima estación: Sol
ABRIL / 2013. ‘Próxima estación: Sol’
(Barcelona, 1962) Sonia Mackay ha trabajado sobre todo como comisaria para la Wandergalerie en Barcelona-Berlín, galería enfocada a la relación de la ciudad con los artistas; ahora cambia de registro y adapta su trazo naif y juguetón, encantadoramente imperfecto, que puede recordar a Mariscal, a algunos de los símbolos que definen a Madrid: Las Meninas, la Puerta del Sol, la Estación de Atocha, el edificio Schweppes de Callao, el Metro y el Rastro. Sonia ya es conocida en Barcelona por aplicar su estilo en impresiones digitales a iconos de la capital catalana; ahora nos trae su desenfado a Mad is Mad en una edición exclusiva. Ella misma nos cuenta su inmersión en este mundo: «Comencé a pintar con acrílico un día que acompañé a mi amiga Giovanna Mocci a su taller de pintura en Berlín (ciudad con la que mantiene una estrecha relación desde 1992). Aquella tarde, cuando pintaba mi primer cuadro, el tiempo dejó de existir. Y desde entonces no he parado de pintar. Cuando hace dos años me mudé a un piso pequeño, y lo de pintar se complicó, empecé a usar el programa ‘paint’ en mi ordenador y comencé a jugar con líneas y colores. Es un ejercicio que provoca accidentes; aparecen colores en áreas imprevistas. Son sorpresas que forman parte del juego… Cuando me gustan, sobreviven… Para ‘Próxima estación: Sol’, presento imágenes muy sencillas pero representativas de Madrid; apenas unos pocos trazos, pero muy definitorios». Unas simples rayas y rápidamente sabemos de lo que se trata, lo que nos quiere contar Sonia. Con colores planos y muy potentes. Rojos, azules, blancos, naranjas que enganchan. «Son dibujos de iconos, un pequeño homenaje a esta fabulosa ciudad que me acoge».
MARÍA RAMÍREZ
(Albacete, 1990). Estudiante de Bellas Artes y diseñadora, vuelve a exponer en la galería Mad is Mad, tras su presentación en la Navidad de 2012, con una muestra muy personal de su trabajo más reciente y gráfico, que se centra en el patrón. Con solo 22 años, la artista manchega utiliza en su trabajo formas sencillas, con tendencia a la abstracción geométrica, que ponen de manifiesto el uso de técnicas grafo-manuales que inciden en el gesto y su repetición como vocabulario básico para la construcción de ‘patterns’. En la exposición ‘Próxima estación: Sol’ podemos ver obras -sobre todo acuarelas- enfocadas al diseño de estampados de una forma repetitiva y muy pictórica, que recuerdan la luminosidad, los ritmos y colores de maestros como Sonia Delaunay y Paul Klee, de los depurados trazos del diseño nórdico, de las guardas que aplicaban los encuadernadores artesanos a los libros-joya.
Inspirada en los paradigmas del ‘pop art’, impregnada de la honestidad del ‘art brut’ y llena de convicción en todo aquello contemporáneo que conforma lo ‘street’, Delphine ha ido desarrollando personajes y secuencias de eficaz gramática visual que repasan síntomas particulares y universales de la vida, la historia y el carácter humanos. Su trazo y composiciones, de inclinación infantil y aparentemente naif, pero meticulosamente concebidos en técnica y concepto, responden a una deliberada opción por los mínimos elementos compositivos como entidad simbólica de lo absoluto. Su firme apuesta por la lúdica frescura como una herramienta de comunicación da vida a una elocuente iconografía. Su último trabajo brota de la experiencia misma de su estancia en Canadá, adonde se trasladó hace dos años desde Barcelona. La naturaleza inmensa, salvaje, sin límite de ese país, naturaleza casi diosa, poderosa energía femenina, ha empujado a esta artista nacida en Francia a inclinarse frente a ella y dedicarle ahora la mayor parte de su inspirado e inspirador trabajo. En la exposición de Mad is Mad, encontramos, por una parte, una serie en blanco y negro -‘De profundis naturae’- que se concentra sobre los detalles microscópicos de la naturaleza, un trabajo casi de naturalista. La otra serie – ‘Spring is coming’- nos sale al paso como una explosión de color; Delphine ha querido componer un poema hacia ese momento de extraordinaria vitalidad que llega con la primavera como renovación de nuestras existencias. Ese bullicio de vida se entiende aún mejor en un país como Canadá, donde los inviernos son largos y extremos. Con esa doble cara de canto a la naturaleza, Delphine Delas quiere, sobre todo, realizar, en tinta y en acrílico, sobre tela y sobre papel, un canto bien alto y fuerte a la vida misma.
Como contrapunto a esta necesidad de salir corriendo en busca de la luz que siempre queda al fondo del túnel, eje temático de la exposición de primavera 2013 de Mad is Mad, hemos reservado el cuartito del fondo a los collages de espíritu comprometido del artista mexicano Roberto del Río, cuyo nombre se aproxima mucho al del gran muralista. Son obras que se nos escabullen, que nos impactan, con algo de incómodo, de violento, a las que no podemos aprehender del todo -quizá eso sea el arte auténtico, el que se nos escapa, el que nos deja permanentemente un poso de intriga, el que no resulta obvio-, obras basadas en una recolección de objetos que pertenecieron en algún momento a familias españolas que emigraron a México en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, mezcladas con frases del historiador Miguel León Portilla, de Freud y de Nietzsche. De esa manera, Roberto del Río quiere expresar que «el comportamiento de la vida mental es el fundamento para la elaboración de la moral». En sus propias palabras: «Comparto, con esta serie de piezas, dos situaciones huérfanas y alejadas la una de la otra: la consciencia y el azar». Con su luchador ímpetu latino, a caballo entre México y Estados Unidos, queremos proyectar la otra cara, el envés de la energía que aporta el resto de la muestra. Porque estamos obligados al optimismo, a buscar la luz, a no desesperar, pero, por encima de todo, a no olvidar, a no traicionar el sentido moral de nuestras existencias.